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Cómo soportar a un narcisista

En un mundo de 'selfies', mil opiniones por segundo y 'marcas personales', un libro ofrece un manual de supervivencia en la jungla de egos

El 'selfie' en el monumento del Holocausto con el que el baloncestista Danny Green airó a los puristas del 'selfie'
El 'selfie' en el monumento del Holocausto con el que el baloncestista Danny Green airó a los puristas del 'selfie'

No hace falta conocer a Danny Green, jugador de la NBA, para entender el lío en el que se ha metido. Este jugador de los Spurs de San Antonio estaba en Berlín con su equipo hace pocos días y, como tanta gente, acudió a ver el monumento al Holocausto que se erigió allí en 2005. Y, también con un creciente número de personas, decidió hacerse un selfie para inmortalizar su recuerdo al asesinato de seis millones de personas poniendo una carita. La popularidad de esta práctica no quiere decir qu se considere aceptable: el opinión pública se ha volcado contra Green por insensible, frívolo, acaparador de atención y, sobre todo, por narcisista.

Esta es una tara curiosa que echarle en cara a alguien ahora que el narcisismo es un rasgo cada vez más aceptado. Pero en un mundo que prefiere perdonar un pecado que perdonar a un pecador, Green ha terminando encarnando una de las prácticas más desconcertantes del mundo 2.0: selfies en sitios serios. Niños que se autorretratan en el funeral de su abuela con el cadáver de fondo. Asiáticos que aprietan los labios en el monumento a Pearl Harbor. Adolescentes que ponen morritos en el Muro de Berlín o cara de montaña rusa en Chernobyl.

Para las voces más templadas, esta práctica no es que sea irrespetuosa. "Es que un selfie es como poner un sello en el pasaporte", ha explicado Jason Feifer, creador del blog Selfies at serious places, que documenta ejemplos de esta práctica. "Es prueba de que uno ha estado ahí. Y se ha convertido en una práctica tan común que a veces no nos planteamos el conflicto que a veces crea con el entorno en el que estamos". The Guardian ofrece también la tesis de que la culpa no es de los selfies, sino del hecho de que estos sitios donde han transcurrido horrores se hayan convertido en destinos turísticos.

Bienvenidos a la era del 'Yo', rezaba la portada de Time dedicada a la 'Person of the Year' de 2006
Bienvenidos a la era del 'Yo', rezaba la portada de Time dedicada a la 'Person of the Year' de 2006Time

Pero la situación ha reabierto el debate del narcisismo en la sociedad moderna y si se nos está yendo de las manos y, de ser así, qué significa esto para el rumbo de la cultura global. Una cuestión a la que ha intentado responder Jeffrey Kluger, reputado periodista de ciencia, ya que acaba de publicar The Narcissist Next Door (traducible como El narcisista de al lado) una disección de la era del narcisismo y un manual de supervivencia del común mortal frente al incremento de este tipo de personalidades en nuestro entorno cotidiano.

“Las personas tímidas no llegan a la Casa Blanca. La gente humilde no llega a la Casa Blanca. Los narcisistas son tercos y al mismo tiempo encantadores, están llenos de energía creativa y van sobrados en el arte de venderse a sí mismos. Jeffrey Kluger, autor de El narcisista de al lado

Kluger asegura en su obra que el trastorno narcisista de la personalidad no es tan habitual como pensamos, tal y como muchas veces han indicado los profesionales de la psiquiatría, que en sus estudios afirman que este tipo de personalidad presenta una baja prevalencia entre la población. Sin embargo, al periodista no se le escapa que es bastante probable que gran parte de nosotros estemos contagiados por el mismo tipo de virus que afecta a personalidades como Kanye West, Nicolas Sarkozy, Miley Cirus o Lady Gaga (en el estribillo de Applause la cantante no se ruboriza al decir que vive por los aplausos de su público), por poner tres ejemplos que cita como paradigmáticos, y se pregunta en qué momento nos transformamos en una sociedad que necesita mirarse en el espejo para reafirmarse una y otra vez. No es complicado encontrar la respuesta, como él mismo se encarga de contestar: “No sólo digo esas veces en las que gritamos fíjate en mi en Facebook […], ni de esos 500 millones de personas en Twitter entregadas a escribir 140 caracteres sobre la más absoluta nada […] Nuestro narcisismo tiene también otras expresiones, como la simbiosis ente exhibicionismo y voyerismo del reality show”. Y, del mismo modo, nos hemos convertido en “artistas del selfie”.

"Un selfie es como poner un sello en el pasaporte. Es prueba de que uno ha estado ahí, nada más". Jason Feifer, creador del blog Selfies in serious places

 Kluger fecha concretamente en 2006 el auge del culto al yo. Fue cuando Time dedicó la portada más importante del año, la de persona del año, a cada uno de nuestros egos. Fue una de sus portadas más comentadas e icónicas: un ordenador figuraba como protagonista y en su pantalla podíamos leer en letras negras un enorme , justificado con un subtítulo de lo más premonitorio que rezaba “Tú mandas en la era de la información. Bienvenidos a tu mundo”. Kluger añade: “Para que quedara claro ese mensaje de halago llegaba al lector, la portada estaba compuesta de reflectante Mylar, un espejo de mano que encajaba a la perfección con el asunto del artículo, la adoración del yo.”

Sea como fuere, la diagnosis del trastorno narcisista es clara y meridiana: mezcla de pensamientos de grandiosidad y superlativa consideración de uno mismo, sed insaciable de admiración y carencia de empatía. Sin olvidar, por supuesto, ese sentimiento de que al narcisista el mundo le debe algo, más bien todo, por ser tan especial como es. En este sentido, resulta al menos curioso que Kluger se fije en la clase política para analizar el trastorno narcisista y en su libro se atreva a elaborar un ranking de los presidentes estadounidenses según su grado de narcisismo. “Las personas tímidas no llegan a la Casa Blanca. La gente humilde no llega a la Casa Blanca”, afirma con contundencia Kluger y sobre la relación entre poder y narcisismo comentaba lo siguiente en una entrevista en Salon: “Los narcisistas son tercos y al mismo tiempo encantadores, están llenos de energía creativa y van sobrados en el arte de venderse a sí mismos.”

Y como el trastorno narcisistas jamás desaparecerá pues, como se atreve a señalar Kluger los que lo padecen “practican el sexo constantemente, con lo que estadísticamente tienen más oportunidades de tener más hijos”, nada mejor que unos consejos para tratar con ellos y salir indemne de la situación. Según el terapeuta Bill Snow en un texto de Psychology Today, a la hora de tratar con estas personas uno debe mantener las expectativas bajas y apenas demandar atención. Por el contrario, hay que tener paciencia y estar dispuesto a escuchar al otro, encontrar la manera en que te escuche y reconozca tus logros aunque jamás obstaculices sus deseos y aspiraciones: los narcisistas no toleran la crítica. Y si eso no funciona, sonríe. No suele fallar.

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