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La falta de elegancia emerge detrás de las cámaras

Indignación en Francia por el despido de una veterana presentadora del canal líder

Más de diez millones de franceses siguieron el pasado 13 de septiembre el último telediario presentado por una de las históricas y populares figuras de la televisión. Los últimos minutos, en los que una siempre elegante y sobria Claire Chazal se despidió con una emoción contenida, sumaron hasta 11,7 millones de personas. Es la mejor audiencia del conocido como JT (Journal Televisé) del canal líder TF1, desde la entrevista a Dominique Strauss-Kahn en septiembre de 2011, tras el escándalo del hotel Sofitel de Nueva York.

De todas, la palabra elegancia es sin duda la que ha dominado los debates. Que reemplacen a una presentadora veterana, a sus 58 años, por una más joven, Anne-Claire Coudray, de 38 años, no es del todo sorprendente en el mundo de la televisión. Al fin y al cabo, pocos recriminan al canal que quiera rejuvenecer su plantilla. El telediario de Chazal, si bien seguía dominando los fines de semana, llevaba meses perdiendo terreno. Algunos, como la periodista Léa Salamé, apuntan a que en televisión se tolera mejor las canas de los hombres que las arrugas de las mujeres. Pero lo cierto es que el mismo canal despidió sin muchos miramientos en 2008 a su presentador estrella, Patrick Poivre d’Arvor, tras liderar durante dos décadas el telediario de entre semana.

Las formas, sin embargo, han provocado la unanimidad contra TF1. A la vuelta del verano, el 30 de agosto, la presentadora fue convocada por la dirección mediante un mensaje de texto, recién iniciada la nueva temporada. En el encuentro se le comunicó que le quedaban dos fines de semana a la cabeza de los informativos. La antigua estrella del canal, Anne Sinclair, ha sido de las primeras en brindar su apoyo a Chazal, al denunciar la “brutalidad de los medios” y en particular “de una casa que nunca se ha distinguido por su elegancia”. Aunque quizás no sorprende que el tuit más compartido y comentado fuera precisamente el de Poivre d’Arvor: “Me quito el sombrero afectuosamente ante Claire y ante cierta forma de elegancia, de la que precisamente carece su jefe”.

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