Laca y cepillo
No es cosa de encopetarse, pero un soplo de laca no está de más. Pregúntale a Betty Draper
Si el lunes vieron bostezos de más a su alrededor, tenían razón. Muchos apenas durmieron la previa, y las oficinas estaban llenas de legañas arrastradas hasta hoy mismo. Culpables: los Emmy. El manido “arranca la temporada de premios” parece que va a ser cierto. Ya están aquí, y así hasta los Oscar.
Otros no durmieron… para trabajar. O se dieron (dimos, ejem) el madrugón para que a las ocho, cuando usted encendía su móvil, su ordenador y su semana, pudiera gozarla con fotones de estrellas, semiestrellas y estrellados en la alfombra roja. No se preocupe: ya se nos han rellenado las ojeras (el lunes muchos periodistas, raro, durmieron siesta) y ya nos sabemos la combinación famosa-vestido-color-diseñador al dedillo.
Pero además de subir fotos/pies de fotos como posesas (y disculpen hoy el autobombo; será la legaña), estas periodistas que les sirven tienen ojos y lenguas. Y sus compañeros también. Y comentan las fotos, los maquillajes, las poses, como el resto de mortales. Y hay algo que no quedaba claro, al menos para servidora y sus, en este caso, dos colegas. No serán las únicas. Aquí planteo la duda. O te peinas como una doña o te despeinas: ¿por qué? ¿Por qué en estos Emmy parece no haber término medio? Sí lo hay, gracias a Taylor Schilling, que su Piper de cárcel y mono naranja no conocerá cepillo, pero ella por suerte sí. Entonces, ¿rollo Lady Gaga, Claire Danes y Emma Roberts, señoronas? ¿O Naomi Watts, Amy Schumer o January Jones, despeluchadas? Ay, January, me dueles. La más bella del baile y parece que acabas de quitarte una pinza. No es cosa de encopetarse, pero un soplo de laca no está de más. Pregúntale a Betty Draper.